Si yo estuviera ahora en Valencia capital, me daría una vuelta por el paseo marítimo, me comería una paella y luego, vería la manera de bañarme en el mar, aunque esté frío este. Es lo que hice allí la primera vez que fui. Es un día muy lejano en el tiempo, pero lo recuerdo muy bien. Sería el mes de junio y en la playa solo estaba yo, no encontré a nadie bañándose. También recuerdo lo mala que estaba la mar en aquel rincón de Oporto en que estaba yo pendiente de bañarme también. La vida a veces nos da sorpresas desagradables cuando es más fuerte el deseo de disfrutarla. Pero poco a poco, cuando la vida se deja, ya estamos disfrutando de ella quizás porque así está trazada para el ser humano: solazarse de la vida, no sufrirla. A ver este año si podemos Paco y yo ir en junio quizás a una playa. La más cercana es la valenciana. A esa iremos y nos lo pasaremos bien porque la vida está para disfrutarla, no para que nos dañe.
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