Hay gente que hace un gesto con su mano y manda más que otros dando voces y levantando el grito para ser obedecido. Es así. Hay gente que ha nacido para mandar. No lo puede evitar pues es su forma de entender la vida: mandando. Y hay otra gente que obedece a estos que mandan. Porque, ¿si solo hubiera gente que manda, qué ocurriría? Pues la tercera guerra mundial, así de simple. La masa callada que obedece quizás lo pase mal, quizás piense mal de esos que mandan, pero obedece, porque han nacido o les han educado en la obediencia. Son sumisos. Quizás esa sumisión se deba a una enfermedad, a una deficiencia en la mente o en la forma en que han sido educados. Pero obedecen. La muerte plantea una pregunta en el hombre y en la mujer: ¿viviré después de morir? Hay gente que lo pasa feliz en la Tierra mandando y siendo obedecido y ni siquiera piensa en la muerte porque es feliz en esta vida en que todos se arrodillan ante él. Pero pasan los años y todo el mundo envejece, hasta los que mandan y son obedecidos. Y entonces, ¿qué?
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