Tengo ya preparado el arroz blanco y solo me falta freír cuatro huevos. La vida sigue normal, sin vaivenes pero pensando que tras cualquier esquina del tiempo, algo surja. Estoy bien hoy, ayer no tanto. No hace frío. Vivimos unos tiempos en que España se ha convertido en una península tropical. Hay en la radio un programa que se llama "Tópico trópico", que va de canciones brasileñas y todo eso. La gente va de guay todo el rato, sin pensar en el futuro pero, aunque no quieran, siempre el ser humano piensa en el futuro porque es lo que hay cuando consume presente. El futuro, esa palabreja oscura e ininteligible que se nos cruza cuando pensamos no solo en el día de hoy, que no hace falta pensarlo porque lo estamos viviendo sino en cierta amenaza que hay dos horas después quizás, de esta hora presente. Y así vamos, con el futuro pegándose a la mirada que ponemos cuando decimos: mañana voy a Segovia. O, dentro de un mes me caso. El caso es que estas reflexiones pretenden hacer reflexionar. El caso es que no sé si lo consigo. Da igual conseguirlo que no. El caso es hacer tiempo a un futuro en que estaré comiendo.
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