Escribiendo y escribiendo me voy sintiendo mejor. He escrito sobre casos del verbo, sobre poetas desconocidos del vulgo, de algunas emociones que atraviesa el ser humano cuando le da por pensar en cosas profundas de su propia vida, de cómo me siento a veces por mi maldita enfermedad, etc. Ahora ya la tarde va cayendo poco a poco sobre el escenario de nuestra vida. Avanzará la tarde y yo creo que me sentiré más tranquilo, más sojuzgado por la luz que ya se va matizando al pasar de las horas. La tarde trae recuerdos de partidos de fútbol al sol del invierno y trae una luz más tranquila que la de por la mañana. Yo me siento más calmado así, con la luz derrotada por el reloj que señala las tres. El día ya va cayendo, lleva cayendo desde las doce del mediodía, lleva en su luz su propia muerte, la muerte del día por absorción de la luz de la tarde en la oscuridad del crepúsculo. Y todo va pasando muy lentamente, minuto a minuto. Me pasearé hasta al pueblo de al lado y luego, tumbado a meditar cómo todo va pasando, pasando, pasando...
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