lunes, 30 de diciembre de 2013

Me parecen curiosos los anuncios de Navidad. Nos venden una excentricidad, un elitismo que está lejos de la realidad. La vida es triste. La Navidad de este año ha sido muy triste. La gente sin dinero andaba por las calles o se aburría en casa pensando en lo poco que tenía. La vida está muy malita, decía la gente. Los centros comerciales sólo relucían para unos pocos, los demás no podían acercarse siquiera. Las tiendas rebosaban de productos muy buenos y baratos y no se vendían.
El comercio es el alma del movimiento en este mundo en que vivimos; al no haberlo, no hay movimiento, no hay alegría, no hay Navidad. Sólo hay la televisión que emite imágenes minuto tras minuto, a cada cual más repetida, más sabida, más aburrida.
La novia de América sale en la televisión haciendo un anuncio de una mujer que deja de ser marioneta para ser la reina de la fiesta, un ser muy especial que todas las mujeres quieren ser. Luego, la realidad es otra: aunque tu piel huela a ese perfume que anuncia la actriz, la Navidad es triste y aburrida este año.

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