Cuando llegas a los cuarenta, ya no tienes tantos amigos y el carácter de la amistad cambia. Como eres más desconfiado y las circunstancias vitales son más complicadas, puedes llegar a desconfiar de esos amigos. Y como dijo Cervantes que entre dos amigos no debe caber la sospecha, la amistad madura se hace inconstante y difícil.
Para jugar al fútbol y hablar mal de los profesores, la amistad valía por ella sola pero la amistad en la que los sentimientos son más fuertes, la amistad se pone a prueba una y otra vez, con derrotas vitales en que los amigos te fallan, con sentimientos duros que no todo el mundo comprende y a lo mejor ese amigo no quiere comprender y menos ayudarte porque considera que son cosas privadas; no es que quiera ayudarte, es que ni siquiera se muestra proclive a escucharte y tú no sabes a quién acudir, quizás a un psicólogo que te preguntará y te oirá solo por cobrar, tampoco te ayudará.
El verdadero amigo es el que escucha y sabe darte un consuelo.
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