Descubrí pronto que escribir mis sentimientos y todo lo que me preocupara me aliviaba de la tensión de estar dando vueltas constantemente a esas preocupaciones y que, al poner todas las cosas que eran como un maremágnum por su orden cronológico o por su orden de importancia y al final, sacar unas conclusiones, el problema se aliviaba y adoptaba una forma más amable y manejable para mi entendimiento.
Entonces compraba constantemente cuadernos y hacía de ellos unos diarios en los que ponía todo lo que se me ocurría y luego me quedaba más tranquilo y viéndolo todo desde la distancia de un orden que gobernaba un poco el caos anterior.
Pero dejé de escribir en ese diario y empecé a escribir literatura. Pero en la literatura, las cosas le ocurrían a unos personajes y no a mí, aunque había algo de mí en esos personajes, pero de refilón. A mí me ha preocupado mucho mi familia, mi trabajo, la gente con la que me he cruzado, mi novia, etc y todo ello ha tenido tratamiento en mis escritos que pretendían ser esclarecedores.
¿La escritura es una terapia? Para mí, muchas veces, sí.
¿La escritura es una terapia? Para mí, muchas veces, sí.
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