Los pájaros grises hacen más fea la mañana.
Siguen tendidos los pasos de cebra.
Los conductores de todo tipo siempre llegan tarde al mismo sitio.
Parecen salir de la nada los trabajadores, las primeras luces, los trinos, las blasfemias, las colas, los chirridos tristes, los que se van a morir un día de estos.
Para abrir, pulse el botón verde.
La cucaña ya está dispuesta, por ella trepan las nubes, trepan los madrugadores y trepan los egoístas modos de subir en el escalafón.
Pero luego, unas horas después, el sol sube a los altares que dispuso Dios para él. Son las doce en el reloj. Un ave se cuela en la inmensidad y los cementerios parecen ciudades que esperan a los vivos con orden y paciencia. Ya todos viven en el día.
Son las doce en punto. Ha crecido un día al que diremos adiós.
Para salir, manténgase quieto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario