Mi historia es la historia de una prostituta. Gracias a ella, he visto cómo es la sociedad de puerca y cruel. La he ido acompañando a través de muchas páginas en su recorrido vital hasta que consigue, gracias al amor, dejar el oficio.
La prostituta que me ha guiado en mi aventura literaria es muy maja, es muy digna y se ha comido ella sola el marrón de no comprender esta sociedad del puto dinero: por eso se ha hecho puta.
La prostituta que ha estado en la calle de La Montera y en la Casa de Campo aguantando los bajos instintos de gente mala, es muy dura y al conocer el amor, se ha vuelto una señora con un pasado.
Hay señoras que no tienen pasado y su presente es aburridísimo. Ni siquiera han sido putas o han sido algo. Todo les ha sido dado. Son más tontas que el mear.
Mi prostituta espera en la calle a que un cliente le dijera que quería tratos con ella y ella se los ofrecía pero seguía siendo tan fuerte como una roca.
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