Yo he vivido situaciones hostiles y me he preocupado enormemente durante un fin de semana porque tenía que empezar una semana hostil de nuevo. Evidentemente, yo no he tenido que hacer frente a una amenaza mortal de un hijo puta que me quería matar. Eso sólo lo he leído en las novelas porque yo no he andado en la droga o en ocupaciones turbias.
Pero tener que ir a un instituto más allá de Villaverde donde Cristo dio las tres las voces y donde por las noches, según me contaron, no se podía andar, se puede considerar un sitio hostil.
Ir cada mañana a otro instituto de la zona noble de Madrid, con alumnos pijos de punta en blanco pero con un profesorado que me negaba como compañero, es un sitio hostil e inhabitable lleno de imbéciles narcisistas.
Y así me ha ido menos en los sitios en los que gracias a Dios la gente era llana y amable como corresponde.
¿Que quiero decir con esto? Que uno ha andado y visto cataduras de todas las clases y que a los hijos de puta los huelo a kilómetro, olor que me avisa para no meterme en cosas de hijos de puta.
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