Tengo una novela empezada que dice que todos somos o todos podemos llegar a ser como Job o como Jonás, personajes bíblicos a los que Dios destinó una mala ventura.
La desgracia ni se mienta pero puede acudir a nosotros. Yo viví la desgracia de padecer una enfermedad que me dejaba como un idiota o como un loco a ojos de los demás. No sabían qué hacer conmigo cuando yo estaba mal. También mi hermano gemelo la padeció. Sólo mi madre sabía bien (quizás por ser madre) lo que había que hacer con nosotros.
Los ingresos hospitalarios que tuvimos mi hermano y yo eran también otras venturas malas o buenas según nos trataran en el hospital. Las torturas mentales que mi hermano y yo hemos sufrido no se las deseo a mi peor enemigo. Daban ganas de pegarse un tiro.
Aparte de estas desgracias de salud no recuerdo pasarlo mal económicamente o familiarmente o de otro tipo pero en mi novela se ve que la vida da laurel o da piedra de forma aleatoria y sin explicación.
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