El egoísmo ya no es una forma de ser que se rechace y se tenga por mala. Al revés, se defiende abiertamente. Sé egoísta, piensa sólo en ti y te irá bien. Aquel que no se ama a sí mismo, no puede amar a nadie, se dice, pero se termina amándose uno a sí mismo e importando una mierda los demás.
Cuando el egoísmo es una moda fomentada por la sociedad desde la infancia, esta se convierte en la vía a seguir y ya esas personas egoístas no aman, se aman.
El narcisismo es otra moda en la que uno no para de mirarse y remirarse a ver qué guapo está, lo inteligente que es y lo inoportunos que son los demás. Nadie se parece al narcisista, él es único en la Creación y todos los demás le molestan.
Por eso se han puesto de moda los gimnasios, centros del individuo a ultranza. Por eso las generaciones jóvenes no coinciden en nada con las anteriores porque las rechazan abiertamente. Bueno, es que rechazan todo lo que no tenga que ver con ellos, uno por uno.
A mí me gusta, a mí no me gusta es la ley del egoísta. Rechazar, decir que no a todo lo que no sea como él. Y no amar. Un egoísta no se puede dar el lujo de amar a nadie.
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