Y todas aquellas personas que, a sabiendas de que sus víctimas estaban deprimidas porque su aspecto lo decía, y aún así, quisieron humillar un tanto más a esos inocentes que se llenaron de estupor porque no entendían tanta saña en una persona, a esos hijos de puta no les quedará otra en la vida que recibir el castigo por tanto dolor causado. Y no solo eso, sino que pueden seguir causándolo. Porque todavía la vida no les ha castigado. Al revés, han vivido mucho mejor todavía que antes de causar estos males en personas inocentes que se vieron atrapados en su arbitrariedad, en su puta maldad de gente desequilibrada. Si suponemos que están locos, ¿por qué no son locos como la locura que tengo yo que no me meto con nadie? Su locura tiene que ver con un ego atrofiado, con la avaricia, con sus ganas de meterse en las vidas de los demás. Un día caerá sobre ellos una maldición, un rayo de justicia y yo me alegraré.
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