Todos disfrutamos de la vida pero también la sufrimos. Los días que pasan iguales persiguiéndose nos dan ese sabor a harina sin cocer. Los soles alumbran lo mismo para nuestros ojos. Las noches se hacen de plastilina en nuestras manos. Las horas son idénticas, son machaconas medidas por el reloj. Y así pasa el tiempo, como si no pasara, como si te hiciera el mismo regalo todos los días. No tenemos ganas de escribir siempre lo mismo y aun así, escribimos. Estamos solos en el universo, en casa y en la calle. La soledad vende entradas para ver la nada, la nada más absoluta. El cielo repetido y hosco no promete nada. Sigue azul, sigue informe e inconcluso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario