Se me hace duro escribir hoy aquí, pero vamos a intentarlo. He salido a dar un paseo y me he encontrado con un amigo peruano licenciado en Historia que ha estado de crucero por el Mediterráneo. Ha visto el Partenón y las ciudades croatas. Yo, este verano, me he tenido que conformar con las calles majariegas. Las calles majariegas son de ir al supermercado y venir de él todo el rato. E ir al Rodilla y al Sanuz. La vida no da respiro al enfermo mental. El enfermo mental todo lo teme: yo le temo a la manía o a la depresión. Me da miedo salir de mi casa, de mi ciudad, de una rutina impuesta. Los enfermos mentales no contamos con una asesoramiento, con un plan de trabajo, con ayuda, en suma.
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