Se han alineado turbas de planetas, se han abierto los abismos, se han confabulado los idiotas. Pero da igual. Yo leo mis escritos y me parecen bien. Cocino y me salen bien los platos. Como sano y no quiero adelgazar morbosamente. Por la tarde iré a Madrid, a comprar un tamboril, como decía mi madre. Cuando estuve en dificultades no llamó nadie. Mi casa se llenó de policías. No sé por qué se montó una trifulca. Nadie me dio ánimos. Todos desaparecieron. Eso ocurrió el último día del año. Espero que no vuelva a pasar. La vida da un giro inesperado de unos grados pero yo me arrimo a la indiferencia, a no contar con nadie porque con nadie se puede contar. La vida pasa, el corazón late, las horas nos hacen vivir. Luego cocino y me relajo. Luego como y me voy a la capital.
Yo ya estoy en la calle otra vez
los abedules sueñan
con el hombre que fue, con el hombre que fue.
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