A veces, como a Juan Ramón Jiménez, se nos ocurre meter nuestro corazón en el surco que hace el honrado labrador a ver si pare ese corazón amor eterno. O pare o germina ese corazón un amor que no se pudra en el siglo o mundo que nos toca vivir. Los amores no duran mucho, eso es verdad, porque el enamoramiento tiene unos plazos. Luego se habla de cariño o de convivencia más o menos amorosa o sujeta a unos intereses comunes (los niños que se han tenido, la economía que se ha creado entre los dos, etc.) Y así va el mundo y no creo que cambie por estos inventos de "les niñes" y estas gilipolleces de lo trans. Las modas o los inventos sociales pasan y llega al final la coherencia. De todos modos, votar a esos políticos es estar más loco que ellos mismos.
Dormitan los gatos en la noche
por poco tiempo.
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