A veces uno cae en la desesperación. Puede hacerlo en un mismo día varias veces, es común. Este mundo no lo entiendo, no me entiendo a mí mismo, por qué estoy haciendo esto que estoy haciendo, etc. Pero de la desesperación solo cabe salir y seguir el hilo de la vida que se nos tiende en pocos minutos de reflexión. Y sigue la vida. Y quizás te has comido un pastel que tanto te gusta y ya no estás tan desesperado. O has visto llover por la cristalera de un café, o has dado un beso a tu madre o has estado conversando con un amigo y ya te sientes mejor. La desesperación no cunde tanto que nos deje inoperantes. A veces sí. Se acumula tanta y tanta desesperanza en el individuo que el individuo cae humanamente hablando y no se levanta. Entonces hay que darle pastillas y asignarle un psiquiatra a ese individuo. Para que no caiga del todo.
Pusiste y el pie y la tierra cedió
para manifestar lo impropio de la luz dormida.
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