Giró la rueda y llegó lejos, unos 60 kilómetros al sur. Tres plazas muy grandes y muy tranquilas los acogieron. El pueblo era grande, de camino a Córdoba. Aunque sepamos los caminos nunca llegaremos a Córdoba. Mis hermanos no marcaron el número cuando el tonto aquel nos preguntó qué pasaba con nosotros y luego hubo lo que hubo. Mis hermanos se juntaron para quitarnos papeles verdes y blancos. Pero todo tendrá su justicia, si no ahora, luego, en el tribunal de la luz. La pena es que todo el que la hace la paga y pagarán delantales blancos por la miseria que fabricaron. Y todo es así: imprecisión y dudas y enigmas humanos que cuando doblen irán tristes y desorientados como han ido por la vida.
Iban abandonando sus pasos,
porque el futuro se les negaba antes de llegar a destino.
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