La vida en común trae quebraderos de cabeza o inspira un montón; lo que no se le ocurre a un miembro de la familia o núcleo que convive se le ocurre a otro y de ahí que unas veces nuestros compañeros de piso nos molesten o nos complazcan.
Mi hermano con el que convivo no me ofrece grandes ideas para la novela, ni siquiera hablamos de literatura y eso que él ha leído un montón. Lo que sí le voy a pedir es que se lea mi borrador de la novela y me dé su opinión. Sé que va a ser sincera y crítica como la que más precisamente porque es muy leído y no le duele sacarme los errores; es más, disfruta con ello y se puede reír de mi invención.
Mi hermano se suele quejar de cosas prácticas de la casa y también ha sido de ayuda en muchos otros aspectos de la vida en casa y fuera de ella.
El que está solo sí que creo que es digno de ayuda por nuestra parte si nos la pide porque sólo tiene una cabeza para ponerse de acuerdo y eso, a veces, es difícil. Las penas compartidas duelen menos como menos son los desencuentros si estamos solos.
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