"Hola, que guapa vas con ese peinado" o "Vaya carita de sueño" o "Adónde vas por estos barrios", son toquecitos afectivos que una profesora de Español Coloquial me dijo que son necesarios para subsistir en esta jungla de agravios continuos.
Por ejemplo, a esa profesora le llamaban tonta por ser gorda o así ella lo percibía; decía que estaba asociado el ser gorda con el estar tonta en algunos interlocutores que la trataban. Un agravio que tenía que soportar de gente soez aunque ella era muy inteligente.
Por ejemplo, a esa profesora le llamaban tonta por ser gorda o así ella lo percibía; decía que estaba asociado el ser gorda con el estar tonta en algunos interlocutores que la trataban. Un agravio que tenía que soportar de gente soez aunque ella era muy inteligente.
Ofensas tontas las hay todos los días y cuando nos falta el saludo cariñoso de alguien conocido, lo echamos en falta. ¿Por qué? Porque somos seres sociales y esperamos del otro delicadeza, no crítica amarga.
¡Qué sería del mundo sin estos seres que nos quieren y nos lo demuestran con unas palabras amables y consideradas!
Aunque sea el vecino, ese vecino del que casi no tenemos noticia.
Nadie es tan pequeño que no haga algo de sombra. Nos tenemos que hacer querer como sea. ¡Como seaaaaaaa!
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