Después de venir de Valencia, me encuentro mi blog muy abandonado, sin visitas.
En Valencia, todo bien. Me bañé en la playa, el agua no estaba fría en absoluto y comí paella. Había un montón de gente.
Los monumentos no me dijeron nada, son mudos, están ahí porque quizás una guerra los respetó o eran útiles para los que fueron naciendo después. Los monumentos hablan con el silencio de su piedra.
He visto un montón de turistas extranjeros, sobre todo italianos.
Me lo he pasado muy bien con mi novia, nos hemos reído mucho, hemos hablado de muchas cosas y hemos recorrido seiscientos kilómetros juntos. La paella estaba muy rica.
Cuando he llegado me ha costado acoplarme a un ritmo más lento, a sentir las mismas cosas de antes de irme. Estaba un poco apergaminado.
En la Plaza del ayuntamiento de Valencia corre una brisa que la trae el mar y el mar hace un ruido leve como el de una hora que se desenvuelve en minutos. Así para siempre. Como el viento nos hace marchar, así caminamos.
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