La prosa narrativa hay que cuidarla. Primero, presentar bien dónde ocurre la acción o la presentación del personaje. O de qué época estamos hablando. En la vida, como en la novela, hay un lugar, un tiempo y unas personas que hay que describir para luego, pasar a la acción. En la novela de Puértolas, primero se muestra el lugar, la calle Manises de Madrid y, ya de paso, se dan algunas pinceladas sobre la época de la que se está hablando. Luego sale Antonio, que va a ser el protagonista principal del relato. La boda a la que asiste Antonio es la causa de la infidelidad de Gracia, la segunda coprotagonista de la novela que la autora, a través de su modo de vestir, sus pensamientos y su comportamiento, queda totalmente descrita en la novela. Molina Foix, sin embargo, hace un barullo prosístico difícil de calificar. Habla de un personaje y luego salta a otro personaje de manera no planificada ni acertada. La prosa de Molina Foix es caprichosa y farragosa, lo que quita encanto a la lectura.
La prudencia no desea más que la ausencia de deseos.
Cuando deseas muchas cosas, el alma se te revuelve.
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