Había un hombre que se preocupaba por todo. Tenía novia y se preocupaba de que no se la quitaran o se fuera ella, voluntariamente, con otro. Tenía una casa y se preocupaba no se inundara o se quemara algún día por un cortocircuito. Tenía trabajo pero le preocupaba perderlo un mal día. Tenía amigos y le preocupaba perderlos, como la novia. Este hombre, como se podrá comprender, vivía un sinvivir, una penuria vital, un sinsabor constante. Hasta que algo estalló en su vida que hizo que todas sus preocupaciones se fueran como por ensalmo. Se murió de un golpe que le propinó una máquina excavadora de una obra por donde solía ir todos los días al trabajo. Y dejó de preocuparse por entero.
Conserva la calma, conserva tu esencia y disfrutarás de larga vida.
Pues eso.
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