La envidia es cuando alguien puede hacer algo que tú no puedes hacer. Y deseas hacer lo mismo que ese alguien. Por ejemplo: ir a la playa. Hay gente que va mucho a la playa, a ver a una hija, por ejemplo. Y ya que está allí, retoza entre las ondas del mar. Y tú no retozas nada porque estás rodeado de un asfalto oscuro e insidioso como un demonio negro. Y así todo el mes de agosto, de septiembre y demás meses. Y eso es la envidia. Otra clase de envidia es que alguien es algo que tú no eres y quisieras ser: directivo de Telefónica, por ejemplo. El directivo de Telefónica puede gastarse un montón de perras y puede ir a la playa que le dé la gana (por ejemplo, la playa de Miami), y tú no puedes ser ni directivo ni ir a la playa de Miami. Y sufres envidia porque estás continuamente rodeado del asfalto gris y feo de la ciudad. Y eso es la envidia. La envidia corroe hasta el fondo el alma del envidioso, hasta hacerla todo jirones y feos agujeros como si se tratara de una sábana muy vieja. Y eso es la envidia.
Si Dios no perdonara, su Paraíso estaría vacío.
No solo Dios debe perdonar sino también nosotros porque "errare humanum est".
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