jueves, 17 de febrero de 2022

 Leopoldo María Panero se enfrentó a Franco desde la extrema izquierda y por eso, ingresó en prisión. Luego se dio a las drogas, desde el alcohol a la heroína. Viajó en los tiempos de hipismo, en los 70. Sufrió una esquizofrenia que le llevó al psiquiátrico de Mondragón y de ahí, al de Las Palmas de Gran Canaria. La facultad de Humanidades de Las Palmas fue su refugio pues algunos profesores y alumnos le trataron sin marginarle, comprendiéndole. Murió en el 14. Estudió Filología Hispánica y Francesa. Toda su poesía es autobiográfica, habla de él mismo. Voy a buscar unos versos suyos y a comentarlos:

y las ostras

no esperaban a nadie en el fondo del mar (las llaves)

como un muñeco sin brazos cuando oscurece

(asesinaba por medio

de una cámara fotográfica) la palabra

está devaluada, flota en el vacío

y son torpes sus pasos, perezosa

como si fuera agua, así es preciso...


Las palabras no valen, son como agua que se moldea en cualquier recipiente. Las palabras solo adquieren valor según quién las pronuncie y tenga poder para hacer con ellas algo: el padre ejemplar puede mandar con las palabras a su hijo, pero el padre torpe no tendrá poder con sus palabras sobre el hijo. Dice "la palabra está devaluada". Así me pasa a mí con lo que escribo. No vale. También noto que, en esta sociedad, la palabra no tiene valor. La palabra es perezosa, es líquida, es ambigua porque no vale. El dinero y el poder valen más que las palabras bien dichas. Es una pena. Los poetas, que trabajan con palabras no llegan al público ya que la palabra se vuelve lenta y perezosa, hay que leerla, hay que perder el tiempo con las palabras y aprenderlas y dominarlas. No hay tiempo para eso y sí para estarse ante el ordenador viendo imágenes estúpidas. Esto es lo que me sugieren estos versos.

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