La vida surge en cualquier esquina. Esa hebra de verde que sale del asfalto debería ser cantada por los poetas. Yo oí en la radio a Eugenio, el de los chistes, que aludía a esa hierbecilla como una obra majestuosa de la naturaleza o de Dios. Hay una expresión que la repiten sin querer creídos y descreídos: todos somos de Dios. Como queriendo decir que todos tenemos derecho a existir. Hubo una falsa filosofía que daba a la existencia un tono sombrío. Esta filosofía nació después de la guerra mundial, del desastre total en que medio mundo estaba en contra del otro medio. Y dice esta filosofía que nuestra vida es semejante al mito de Sísifo: subir una piedra a lo más alto de la montaña para que caiga y otra vez tenerla que subir. Menuda filosofía, como para echarse a llorar. Yo no creo en filosofías que hacen al hombre pequeño. La religión se puede considerar como una filosofía que ayuda a la gente a centrarse en algo, no en verlo todo negro. La filosofía pesimista esta se llamaba existencialismo y fue cacareada por un tal Camus y un tal Sartre. Menudos cuentistas.
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