"Hace falta ser tonto para no ser mi amigo", decía uno que lo sabía todo menos tener amigos. Estaba solo en la vida. Aunque tenía una hermana que le comprendía, pero aún así, no era su amiga. "Yo tengo dinero para todo el que quiera ser mi amigo", pero le dijo una persona que rondaba por su vida muy sigilosamente: "solo serán amigos tuyos cuando estés para diñarla. Se te juntarán sobrinos, amigos, adláteres que no has visto en tu vida para ver qué dejas después de muerto. Entonces tendrás muchísimos amigos que querrán verte muerto cuanto antes y tu dinero será su amigo verdadero, no tú". Entonces ese que quería tener amigos, esperó a hacerse viejo para tener amigos y efectivamente: cuando estaba muy viejecito, venían de todas partes gente que no había visto antes, familiares que no sabía que existían y una chica muy guapa que quiso hacerse su novia. Y se lo dio todo a ella en el testamento. Y colorín, colorao, la mierda se repartió justamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario