La timidez es un gran obstáculo para hablar en público. Por eso yo elegía a grupos de tres personas en mi aula para que hablaran de un tema a todos sus compañeros. Yo me situaba en el medio del aula, en un pupitre de los alumnos y tomaba nota de cómo era expuesto el tema a tratar. La primera virtud que debía tener el tema es su interés para el público, para la clase entera y la mejor forma de que ese tema fuera escuchado con interés era la buena exposición del mismo. Para ello, yo facilitaba a los alumnos en breve síntesis de qué constaba una exposición, una argumentación, si el texto daba para ello o una narración, si el texto pertenecía a este género. Tenían que hablar los tres representantes del grupo. El primero hacía una presentación del tema, el segundo exponía el desarrollo y el último, el tercero, sacaba las conclusiones finales. Así me aseguraba de que hablaban todos. Lo hacía en todos mis cursos y me iba bien pues se esforzaban, vaya si se esforzaban a juzgar por los temas que elegían. Eran temas muy interesantes sobre escritores, la pobreza en el mundo, política, etc. Y así, hablaban al público hasta los tímidos y yo les emplazaba a que levantaran la voz, uno de los requisitos para que escucharan los de atrás.
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