Contemplar las palabras / sobre el papel escritas, / medirlas, sopesar / su cuerpo en el conjunto / del poema, y después, / igual que un artesano, / separarse a mirar / cómo la luz emerge / de la sutil textura.
Estos son versos de José Agustín Goytisolo. El arte de escribir lo que sea debe de ser así, como el poeta lo dice, pero yo siempre tengo un saborcillo de desprecio a todo lo que escribo. No me parece un arte serio y afortunado este de las letras. Ya decía Larra que, en España, escribir es llorar. Dice el poeta: la luz emerge de la sutil textura. En eso estoy de acuerdo. Debe ser la poesía algo sutil, que atrape la atención por su finura, pero yo no veo finura ni en mis poesías ni en mis novelas que ya están almacenadas de cualquier manera por mi casa. Solo sé que voy a comer una morcilla que reviente en la sartén, como decía Góngora en sus letrillas satíricas. Una morcilla de dimensiones heroicas como puede ser el maná bíblico o la ambrosía pagana. Sea esto así y váyase la poesía por su parte y la morcilla por la otra parte.
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