Lauren Bacall, Marilyn Monroe, Rita Hayworth (Margarita Carmen Cansino, nacida en Brooklyn), Ava Gadner... Son las ánforas del cine, mujeres manipuladoras, frías, odiadoras y odiosas, que manejan pistolas, que matan con ellas. Fueron vestidas por la señora Chanel y el señor Cristian Dior, que tenían sus cuarteles en el París de posguerra. El diminuto Humphrey se las veía y se las deseaba para dar la talla (nunca mejor dicho) ante estas reinas de Hollywood. La moda en la guerra no existió pero sí después. Gabrielle Coco Chanel vivía permanentemente en el Ritz de París. La marca Chanel es poderosísima por sí misma. Perfumes, objetos suntuarios, trajes negros de seda como el que llevó Rita en la peli tan famosa, guantes como de felina, escote palabra de honor, esas sí que eran mujeres venerables y adorables que llegaban a Madrid y querían ver los toros y llevarse al catre a un torero que, por aquellas fechas era el inefable Dominguín. En fin, mujeres que no vuelven, que dan envidia a esas amas de casa fondonas, que no se quitan del chocolate y los choricitos fritos.
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