La vida pasa mientras hacemos el tonto o ejercemos de listos por las horas que nos trae el día. Da igual lo que hagas, todo te lo tasa el tiempo, ese tiempo que iguala a los que pecan y a los que hacen el bien, a los que traicionan y a los que siguen fieles a quien quieren, a los que saludan por la mañana temprano y a los que no dicen ni mu y desprecian al que tienen delante. A Todos barrerá la escoba infinita de la parca y dejad mi barca en el mar con un viento de Levante. Pero hay gente demasiado soberbia que se cree más que nadie. Pues cuando descansen en paz, descansará de su soberbia y dejará a la gente que le ha rodeado muy a gusto. Eso es lo que pasa con aquellos que han venido al mundo con deseo de mando: que el mando les sirve hasta que acaba su vida. Y muchos celebrarán su muerte porque habrán descansado de gente arbitraria, estúpida, faltona y que no dice buenos días por la mañana. Luego, están los otros, que también quieren mandar y no saben. Es que hay gente que da pena por el mundo y por la vida. Qué se le va a hacer.
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