Aunque había estado en muchos sitios, el niño del ruido quería ir a Groenlandia con sus amigos pijos a ver la aurora boreal. El viento Bóreas se quejaba de los turistas todos los años, le tenían frito, no le dejaban respirar como el quería. Además, lo dejaban todo lleno de latas y bolsas de patatas fritas. La aurora boreal es de mil colores cambiantes y difusos. Hay que amanecer muy pronto para verla así que mejor no dormir y pasarse la noche de juerga y, ya borrachos como mosquitos trompeteros, contemplar el fenómeno natural. Qué bonito es Groenlandia. ¿Cuándo vamos? Cuando ahorremos para ello. Pero el coche está roto. Hay que arreglarlo (qué palabra más curiosa). Bueno, da igual. Iremos a ver los fuegos artificiales que hay en mi honor en Benalmádena. Muy bien. Pues todos rumbo a banalmádena o como se escriba eso: cojamos dinerito fresco y a disfrutar. O a lo mejor nos vamos a Gerona a comer butifarra y monchetas. A lo mejor. Menuda mierda.
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