jueves, 27 de abril de 2023

El cerebro, el universo y el átomo. Estos son los molinos de viento con los que topan neurólogos y cosmólogos. Donde se encuentre el raciocinio humano que me lo digan por favor, la memoria, la voluntad, etc. Donde se diga que el universo es finito, que se me diga que hay después de esa finitud. Si me dicen que se formó de una explosión que me digan qué ente lo propició. Me pueden explicar qué existe después del nervio auditivo, ocular, detrás de los nervios de las papilas gustativas, qué se conoce científicamente de lo sensorial. Del átomo se va sabiendo que hay partículas menores, que hay antimateria y se irán descubriendo cosas que nos llevarán a preguntas mayestáticas y , desde luego, mareantes para aquel que quiera contestarlas. Se tirará alguna vez la toalla de este cientifismo opresor que todo lo quiere explicar o tenemos que esperar a un filósofo que nos abra los ojos a nuestra conciencia de seres limitados sin respuestas a lo que no es necesario respuesta, o es tan fácil como tirar la toalla y decir: lo siento, no lo sé o lo sé mal. Aportación de Francisco Moreno Herraez


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