Sol y viento para hoy. En Sevilla siempre hay fiesta. En Madrid, no. En Madrid hay currelas que madrugan para forzar otra vez la máquina, para que todo funcione a todo trapo porque Madrid funciona así: a todo gas. Siempre será así en la gran ciudad: todo irá deprisa y deprisa aunque haya crisis. "Póngame un café rápido que tengo prisa". Luego, en las oficinas se cuecen asuntos importantes que atañen a las vidas de las personas y de las empresas.
Yo estoy del otro lado, del lado del paseante que intenta una novela, que intenta pasar el día dignamente. Yo soy un transeúnte del intento banal de hacerme notar. Y no lo consigo. Mi primera novela ocupa siete páginas web de editoriales; o sea, que ha gustado pero no veo la recompensa. Mi otra novela, la que he escrito durante un año de labor continua sólo la ha leído una amiga mía y me dijo que está muy bien. Ahora se la voy a dejar a otro amigo, a ver su impresión. Tendría que ser yo más incisivo, intentar algo gordo, a ver si me toman en cuenta de una vez.
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