Al único que veo que no pierde la compostura es a mi padre. Es un hombre muy tranquilo, que se toma las cosas como vienen. Ojalá fuera yo así. No sufre, acata el destino y el presente que le toca vivir. Es un gran ejemplo para mí pero inalcanzable porque yo soy muy inestable por mi enfermedad.
Mi hermano está recuperándose de la enfermedad, mi madre también. Como dice ella, estamos para que nos tiren al tren.
Yo veo a la gente sonreír y casi me sorprendo preguntándome de qué se reirán sino yo no tengo motivo alguno para ello.
Me dan mucha envidia esas familias unidas en que todo son parabienes y felicitaciones y cumpleaños y un largo etcétera de pasarlo bien.
Nuestra familia ha dejado las celebraciones a un lado para no vivir más que enfermedades y tristezas. La vida es un asco.
Cuando en la vida pintan bastos, prepara la espalda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario