El invierno, acompañado de su mayordomo el otoño nos hace pasar a sus cámaras de agua, viento, frío: pronto estará aquí. Lo único que hay que hacer es proteger nuestras carnes, comer garbanzos y buenos asados, esquiar, subir montañas nevadas, caminar con bufanda por los andamios de los hielos y confiar en que este invierno no pase nada de rigor que no sea el frío. El frío aprieta nuestras carnes haciéndolas apetecer un caldo, si es gallego, mejor y poco a poco, de la mano de marzo asiremos el sol y las flores de la amiga primavera y todo es así: un pasar.
Enseñoreándose allí enfrente está nuestro destino pero está muy callado, muy quietecito él y pronto nos daremos con él. No significo con ello la muerte, Dios me libre, sino un amor que el sino tiene escondido tras su puerta o un billete de lotería premiado o qué sé yo. El destino es caprichoso, nosotros también lo somos a veces. Menos mal que he acabado ya. Estaba harto. Termina una cosa antes de empezar otra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario