Este tiempo de lluvias incita a la melancolía, a dejarse llevar por pensamientos tristes. Galicia debe estar llena de pensamientos tristes revoloteando por las cabezas de los gallegos. Luego, uno come lo más fuerte que puede para calentar el cuerpo y llenarlo de grasa y la grasa también opera de la misma manera que la lluvia: te llena de pensamientos flatulentos y sombríos y así vas toda la tarde queriendo morirte o te quedas en casa deseando estar en otro sitio más cálido, por ejemplo, Canarias.
En Canarias, con 20 grados a todas horas, eso sí que es vida. Te bañas en la playa en pleno diciembre, comes moderadamente y el sol te hace esbozar una sonrisa de oreja a oreja y a desear quedarte allí y no volver a estar ni un minuto más en la lluviosa y triste península. Ojalá yo vaya a Canarias otra vez y pase unos días felices de lujo vital, de desobediencia a la rutina y de bañarme en el mar. Cuando llueva, haz como si hiciera sol, sé feliz también.
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