En mis peores tiempos de profesor, en un instituto lleno de alumnos díscolos e indisciplinados, oía yo un disco de Rosendo Mercado para darme ánimos. He vuelto a oír esas canciones y es como si volviera otra vez ese afán de lucha que tuve que emplear con mis alumnos medio delincuentes de ese lugar atroz. A lo mejor es un simple espejismo pero yo me encuentro animado a cambiar mi actitud y ciertas cosas en mi vida para hacerla mejor. No sé si habrá tenido que ver la rememoración, gracias a estas canciones, del espíritu de lucha que yo tenía en aquel tiempo. Ahora tengo que luchar con otras tendencias malas, con otras inercias, con otro modo del mundo que yo vivo pero quizás lo consiga y mis grados de felicidad se vean aumentados por ese espíritu guerrero que yo tuve y que quiero desempolvar a ver qué pasa. Lucho contra mí mismo que es la peor lucha que existe, contra mi inercia, contra mi pereza, contra lo que yo soy ahora. Lucha, la vida es lucha pues lucha.
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