La vida, si lo miramos metafóricamente, es un camino o un río o un sueño o algo que se nos escapa de las manos velozmente, como sería el agua. A cada uno nos toca representar un papel, ya que la vida también es un teatro. Mirémoslo como lo miremos, hay que andar, hay que fluir, hay que hacer cosas absurdas o desagradables como en una pesadilla o disfrutar la vida simplemente como lo haríamos en un bello sueño. Hay que hacer un papel, lo mejor que podamos, sin que se note que estamos representando, para morir dignos del personaje que nos tocó en suerte. Las responsabilidades son las que marcan ese papel. Si las aceptas y las cumples, cumplirás con tu papel vital. Si miras para otro lado cuando la obra está en su escenificación, ese personaje falla, rompe todo el argumento de la obra. Eso puede pasar si nos dejamos llevar por vicios que minan nuestro poder de responsabilidad, no aceptamos el papel de padres, de hijos, de albañiles, etc con que nos toca la vida. Andamos el camino, fluimos como un río, soñamos, representamos un papel. Pero lo que marca el hacerlo bien y con conciencia son las responsabilidades que asumimos o no en la vida.
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