Los gorriones pían. Para eso los mandó Dios al mundo. Quizás he tardado mucho en actuar para que mi hermano se curara pero no tenía medios. Me fie de una médica. Me salió todo mal. Pero ya está todo en su sitio, parece ser. La generosa ayuda de mi sobrino me ha salvado. La vida está en algunas partes en forma de locura. Es reconfortante sentir que Paco está a buen recaudo ya. Yo aquí, solo en casa, estoy un tanto nervioso, por eso escribo. La vida se resuelve en pasar el tiempo haciendo cosas de casa. Necesito calcetines tobilleros y unas zapatillas de casa. No vendrá nadie. Lo sé. No vendrá nadie y estaré solo, pero a lo mejor es mejor así. Los días pasados han sido cansados pero también tibios como la leche de la ubre. Seamos felices. Es lo que espera el espíritu de nosotros.
La mecanografía hace olvidar tu nombre por las letras
y un tecleo constante te vuelve tinta, tinta de amor.
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