A veces siento una intranquilidad que me supera. No estoy a gusto en mi medio, no veo más que desequilibrios y malestar en mi día a día. Yo hago por superar esa inestabilidad del ánimo pero no lo consigo. La mañana me asalta con sus dudas y la tarde con su melancolía. Los días pasan inciertos y sin ninguna brida que los sujete. Los perros ladran a mi paso como si fuera yo un ladrón o alguien sospechoso de algún delito. La gente me mira rara porque voy con nervios, voy con prisa, voy fuera de mí. Lo que yo siento va ligado a mi enfermedad, no me cabe duda y es difícil quitárselo de encima. Hoy tengo que cocinar y tengo que quedar con el médico. Los aceleramientos y el malhumor llegan a desbordarse, de modo que paso la mañana agitado y loco como una mosca que lucha por salir de la casa donde ha entrado sin saber cómo. La vida pasa lenta, llena de impedimentos e inconvenientes por causa de mi pobre salud mental, pero ya pasará todo y estaré mejor.
A cada uno le duele algo alguna vez
y el remedio, a veces, está lejos.
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