La sensación es que los indeseables Fernández y Hernández metan la pezuña. Se rinden a un amor sonoro y viejo. A punto de sentir la paz de pies y ánimo. Luego, iremos a celebrar que no han estado a la punta de la playa más kilométrica. Estas suelas saben del recorrido a la mitad de mí. Saben que los pasos que hay que dar son irremisibles y francos. Se van presentando todas las consistencias aladas de la libertad. Se van aconteciendo todas las circunstancias favorables. A ver cuánto dura la alegría. Un vecino me ha preguntado. Yo le he dicho que las auroras tardan en salir y los ponientes también sufren por dar de lado al sol.
Confiar en mi estrella ofrece dudas
pues ya van muchos catecismos de mentira.
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