El cable se interrumpió pronto. Las luces de neón ya no existían. Comer se había vuelto innecesario. Hoy mi caballo ya no anda, solo sostiene su cuerpo como puede. Dar es una palabra dura en el recinto de los solitarios. No hay ya más escapada que no verlos, no sentirlos, no hablarlos. No dominan el arte de la conversación. No dominan el arte de los afectos. No dominan el arte de ser personas. No dominan nada. Punto. Los ves un día en una pantalla amable y luego ya no los ves más tiempo. Es asqueroso sufrir el sí y no y quizás y pues eso. La vida no les ha dado más que ginebra y tabaco en abundancia y al otro, dos energúmenos sádicos malolientes.
Un recordar tranquilo de la vida es el morir quizás.
Yo no recuerdo caras, amabilidades, conversaciones.
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