El olor a caverna, un olor húmedo y sucio se ha colado en las vespertinas horas de mi vida. Son muchas las causas que llevan a la caverna: los insultos, los desprecios, las alucinaciones. Sentir los propios pasos en la tierra produce mucho espanto. Sin aliados, sin nadie en quién confiar, la mañana se hace dura. Las cosas van pasando y se olvidan. Las cosas pierden consistencia con el tiempo. Las avutardas tardías de corazón débil marcan el vuelo de otros seres que respiran con dificultad. La leche de las madres es esencial para la infancia feliz de los niños. La alada sombra del águila proyecta miedo en la gallina y el gallo.
La nada gozosa del aire acude a mí, me rinde
ante la intuición de la muerte.
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