Quien se fíe de la palabra de una mujer, que no abrigue muchas esperanzas. Son aduladoras y mentirosas porque así les han enseñado desde pequeñas. Prometen, mas no cumplen.
Esperan siempre que se cumpla la palabra del hombre que, tonto de él, no hace más que prometer y cumplir para llevársela a la cama.
Ellas no se creen en la responsabilidad de lo que dicen pero tiene muy en cuenta lo que dicen los demás, lo que ofrecen los demás, a ver cuál es el mejor postor.
En todas las mujeres hay una pequeña ramera que ofrece su mercancía.
Y en todas una mentirosa que también promete promesas que nunca llegarán a término y así hacerse las irresponsables para que el tonto que tienen al lado vaya corriendo a solucionarles la papeleta.
El agua, el fuego y la mujer no dicen jamás "basta".
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