El verano ya no ofrece más que la monotonía de los días, las mismas caras, el mismo intento de evasión a través de una novela o una película.
El verano, que se asocia al trato de amistades, a estar en la calle divirtiéndose, al disfrute inagotable, para mí no significa nada de todo eso. Estoy más solo que la una.
Los veranos de mi juventud y de mi infancia fueron apoteósicos; en ellos desplegaba una actividad increíble.
Ahora, me contento con leer una novela por la mañana y dar un paseo con mi hermano por las tardes.
Pero quizás me queje de vicio y haya gente pasándolo mucho peor que yo.
Quien elige un tono demasiado alto no acabará la canción. Quizá yo exija mucho al verano.
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