Domingo de agosto por la tarde. Plena crisis. Gran vía de Madrid. Dos parejas alemanas disfrutan de un refresco en una terraza. Se hospedan en las inmediaciones. Han visto El Prado, el Museo Thysen, han comido paella y se van en AVE a Alicante para después pasar el resto de días de vacaciones en Denia. Están alegres, bromean sobre el modo de vida de los españoles, sobre la familia que han dejado en Alemania, sobre sus trabajos.
Saliendo por la calle de Alcalá a la derecha se llega a la estación de Atocha y en la línea cinco de cercanías se llega en tres paradas a Villaverde bajo. Allí, dos jóvenes españoles han decidido cogerse un "globo" de hachís. Han comprado la "mierda" en Atocha y se sientan con dos "birras" de litro en el andén, en un banco mugriento.
Uno dice: voy a fumar hasta que el cercanías se vuelva amarillo fosforito.
El otro se ha estirado en el banco, amodorrado. Mañana es lunes, no tienen trabajo, no tienen esperanzas. Sólo el deseo de que el "globo" les transporte lejos de allí, de esa estación cutre del sur de Madrid.
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