Hay gente que da un golpe al remanente de la cuenta corriente. La noche ciega me acerca su rostro. Ya no estamos para aguantar chiquillerías. El vaso de agua al entrar en consulta tuvo su aquel. Nos reímos por fin. Calles musicales, gritos, un mendigo dormido a las diez de la mañana. Cuando yo sea viejo haré lo que me salga de los cojones. Son las horas bellas por breves. Oigo misa por la radio. Me tiendo sobre la hierba a ver el cielo cómo se llena de estrellas. No estaría mal una cerveza de cara al mar en un hotel de los caros. La película de los padres de ella moló mucho, estuvo muy bien para la tarde del domingo. Como quiera que te llames, dame la mano y yérgueme. Pasó todo como debía de pasar. La cosa es ir a mejor y oír esa voz alegre al otro lado del teléfono.
El tren y la mujer que llena el cielo
aparecieron en el horizonte como aparecen dos amigos.
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