Era entonces paz en la guerra y guerra en la paz y se vivía cándidamente feloniosamente, alegremente escribano sobre escribano, adultez absurda sobre infantilismo vacuo, etcétera. Y el hombre se encaprichaba de sutiles alegorías estereotipadas y falsarias. El que tuvo seso y conocimiento de sí mismo encontró el camino a las simas suaves, se enjugaba el sudor de ser peregrino en la Tierra y sentía alivio, recompensa, que Dios le legaba, perdurable...
No des la paja a tu perro y los huesos a tu caballo. Sabiduría popular
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